ECO: Casa bioclimática (I)
Desde que comenzamos la serie de artículos ECO nos hemos centrado fundamentalmente en la decoración y en el mobiliario. Sin embargo, habrá quien diga que eso es empezar la casa por el tejado ya que lo primordial para tener un hogar sostenible empieza precisamente por la casa. Por eso queremos dedicar algunos artículos al concepto de casa bioclimática y a la construcción eficiente.
Hoy daremos algunas pinceladas sobre el concepto y la historia de la casa bioclimática dejando para futuras entregas aspectos fundamentales como la orientación, el aislamiento, el uso de agua y electricidad o la calefacción.
¿Qué es una casa bioclimática? ¿Cuánto hay de mito y de realidad detrás de este neologismo? Realmente, se trata de poner la construcción y la tecnología al servicio del sentido común para conseguir una casa que aproveche al máximo los recursos que el entorno provee y que impacto ambiental y energético sea el mínimo posible.
No existe un método único para construir una casa bioclimática si no que se trata de echar mano de un montón de recursos de eficiencia que, reunidos, nos darán un resultado óptimo. Trucos como orientar las ventanas hacia el Norte o el Sur dependiendo de nuestras latitudes, el uso de materiales con determinadas propiedades térmicas como la madera o el adobe, el uso de agua en patios refrescantes o el correcto aprovechamiento de energías renovables nos permitirán tener un hogar con menor impacto ambiental. Y aunque el nivel de tecnología actual nos ayudará no perdamos nunca de vista que lo fundamental es tener una concepción global donde prime la inteligencia y el sentido común.
El concepto casa bioclimática empieza a usarse en los años 60, impulsada por los hermanos Olyvay. No sin polémica, ya que son muchos los arquitectos los que afirman que no hace sino redundar en la propia función de la arquitectura (un arte que posibilita la vida mediante la construcción de espacios que lo permitan). Así, toda arquitectura es bioclimática… o debería intentarlo.
Sea como sea, el uso de este concepto o de otros similares –arquitectura solar, casas solares pasivas, arquitectura eficiente…- son el reflejo de una mayor preocupación por reducir el impacto de las viviendas en el medio natural. Aprovechar mejor los recursos medioambientales y convertirlos en parte integral del diseño. El objetivo es reducir un impacto ambiental que se multiplicó en los últimos siglos. Y es que la revolución industrial nos facilitó el acceso a la energía como nunca se había logrado antes, de forma que a cambio de conseguir una mayor densidad de población o unas viviendas más económicas se descuidaron aspectos que eran básicos en la arquitectura.
Antes de los nuevos materiales, de los perfiles de acero de los rascacielos, de los sistemas de climatización eléctricos o los aislamientos térmicos modernos, el ingenio dominaba la concepción de las viviendas para conseguir efectos similares.
Así podemos ver que la esencia de lo que hoy llamamos «casa bioclimática» está ya en esas viviendas de pueblo encaladas de blanco, con gruesos muros y abrigadas de los vientos en los teepes de los indios americanos, en las viviendas iraníes de Sistan y Baluchestan o, más atrás en el tiempo, en esas cuevas que consiguen mantener una temperatura agradable tanto en verano como en invierno.
La arquitectura bioclimática recoge estos principios y tratará de jugar con la orientación, con la ventilación o con el agua y combinarlo con las modernas técnicas de energías renovables para conseguir una mayor eficiencia. Pero esto, lo veremos en próximas entregas.